miércoles, 19 de agosto de 2009

La Patria muda

Nuestra generación no se habrá lamentado tanto de los crímenes de los perversos, como del estremecedor silencio de los bondadosos.
Martin Luther King (1929-1968).


El colombiano por naturaleza es bullicioso, agitador y contestatario.
Pero la nación colombiana, conformada por esos ciudadanos extrovertidos, generalmente es silenciosa.

Cuando el colombiano está en grupo, extrañamente deja al vecino la responsabilidad de señalar a quien está haciendo algo indebido o antisocial.

Nuestros gobernantes y dirigentes políticos cuando están en el poder guardan silencio.

Y cuando regresan al asfalto, entonces les da por hablar de lo que vieron y ofrecer lo que no hicieron en sus cargos públicos.

Los periodistas colombianos, que nos jactamos de ser los más rápidos y despiertos del gremio en el mundo, no nos quedamos atrás con la indiferencia y el silencio.

La muerte de Luis Carlos Galan, como los asesinatos, igualmente dolorosos para la patria, de Bernardo Jaramillo, Carlos Pizarro, Jaime Pardo Leal, José Antequera y los otros 4.000 de la Unión Patriótica, pasaron por frente a los colombianos sin que nadie levantara la mano para señalar a quienes todos sabíamos que eran responsables intelectuales de este genocidio de la oposición: militares y policias (cuyos nombres se perdieron en la distancia del tiempo pero deben ser recordados así muchos de ellos estén muertos); políticos liberales y conservadores que eran conniventes con los narcotraficantes, que a su vez eran aceptados por una sociedad moralmente podrida que sólo respetaba a quien tuviera poder económico, sin importar cómo lo consiguió.

La noche en que recordábamos el asesinato de Luis Carlos Galan, me sorprendió la noticia según la cual el ex presidente César Gaviria había declarado ante la Fiscalía que tenía poderosas sospechas de Miguel Maza Márquez, el ex director del DAS a quien relevó del cargo porque le parecía que era aliado del Cartel de Cali.

Y me asaltaron estos interrogantes:

¿Cómo es posible que durante tantos años el ex presidente César Gaviria haya mantenido, en el secreto de su conciencia, sospechas tan graves, que de haberlas divulgado a tiempo hubiera evitado muchos males al país?.

¿Por qué viene ahora Gaviria a decir que Maza Márquez era señalado por los gringos por vínculos con los bandidos?

¿Por qué viene ahora Gaviria a decir que sus sospechas se acrecetaron cuando vio que él estaba haciendo campaña con Samper?.

¿Por qué calló tanto tiempo?

¿A qué o a quién le temía?

Cuando trataba de encontrar las justificaciones que pudo haber tenido Gaviria, vinieron a mi memoria muchos recuerdos que me dejaron pasmado: yo también tenía indicios de las mismas sospechas del ex presidente Gaviria.

Voy a tratar de desenredar el ovillo de los recuerdos. No tengo ahora disponibles mis archivos, porque estoy escribiendo fuera de mi casa.

Pero el asunto es este:

En 1990, en los años finales de la dirección de Yamid Amat, era parte del equipo de 6Am - 9 Am de Caracol el señor Alberto Giraldo.

Nunca supe la razón, y por lo tanto no entendí la decisión de la Cadena, de vincularlo al programa estrella de la radio colombiana.

Era cierto que Giraldo había sido un gran periodista político, con prestigio entre los congresistas liberales y conservadores, ex presidentes, empresarios y ministros y respetado por su colegas.

Lo conocí cuando él era jefe de prensa de la campaña presidencial de Belisario Betancur para las elecciones de 1982.

Entonces, me presentó al joven William Rodriguez, de quien me dijo que hacía parte del grupo financiero del Movimiento Nacional que llevó a Belisario al Gobierno.

Quienes trabajamos a su lado en Caracol, escuchábamos día a día las llamadas que hacía o que le hacían muchas de las mujeres con quienes trabajaba y a quienes hablaba en términos soeces.

Giraldo tenía fama en el medio de organizar orgías con prostitutas bellas y elegantes a quienes les pagaba con dinero en efectivo que cargaba en abundancia en sus bolsillos.

De hecho, yo asistí a uno de esos bacanales y comprobé que era un voyerista enfermizo.

Haré más breve el cuento: cuando Yamid se retiró de la Dirección de Caracol, a finales de 1990, quien lo remplazó provisionalmente fue Alberto Giraldo, mientras asumía el director en propiedad, que ya había sido escogido por Augusto López, su gran amigo: Darío Arizmendi.

Giraldo siguió en Caracol en la época en que el Cartel de Medellín y el Cartel de Cali estaban en guerra; Giraldo tenía su micrófono en Caracol y línea directa con los Rodriguez Orejuela y Miguel Maza Márquez, director del DAS, señalado como el enemigo número uno de Pablo Escobar.

Para mí, y para otros de mis compañeros que no quiero mencionar ahora, era absurdo que Caracol tuviera entre su plantilla al relacionista del Cartel de Cali.

Eso lo sabíamos todos en el grupo; además, él no se preocupaba por esconderlo.

La amistad de Giraldo con Maza era imposible de ocultar para el equipo de 6 Am de Caracol.

Lo llamaba todos los días en la mañana y luego le contaba a Darío Arizmendi, con algo de desparpajo, en voz alta y delante de todo el grupo, detalles de sus conversaciones con el General.

Giraldo nos ayudó a conseguir una entrevista exclusiva con Maza, que se había refugiado en el búnker de su despacho, donde se aisló físicamente del mundo y se negaba a hablar con los periodistas.

Giraldo, delante de mí, lo convenció por teléfono para que nos diera una declaración y acordamos el día y la hora, para la semana siguiente, pues le dijo que estaba preparándose una acción policíal muy importante contra Pablo Escobar.

Finalmente hicimos la entrevista.

Maza no solo puso fín al silencio en que se había sumido durante varios meses, sino que nosotros (Darío Arizmendi y yo), le hicimos una entrevista muy cálida, humana y reveladora de un hombre que se le escondía a sus enemigos, y también a sus amigos, menos a Giraldo.

Por alguna razón de pudor, Giraldo no le hizo preguntas a Maza Márquez en esa entrevista.

La charla con Maza Márquez, fue Premio Simón Bolívar. El cartón de ese premio lo conservo en mi casa.

Me da orgullo la distinción pero siempre he entendido que el origen de esa entrevista viene de una relación ilícita entre el relacionista del Cartel de Cali y el entrevistado Maza Márquez

Darío y yo le reconocimos a Giraldo su buena gestión para conseguir a Maza.

Después, Giraldo se retiró de Caracol y pasó a ser tristemente célebre; fue encarcelado, pasó varios años en la cárcel y, lamentablemente, murió sin la gloria periodística, que no mereció por su mal comportamiento social y personal.

A mí me queda el recuerdo de un excelente reportero político, un gran anfitrión (no propiamente por las orgías) y un habilidoso topo que penetró círculos políticos, sociales, económicos y gubernamentales.

Pero vuelvo al comienzo: ¿Por qué callé yo, todo este tiempo, esa alianza de Giraldo con Maza ?

Y por qué Gaviria también se guardó sus secretos?

Pero me intriga todavía más el silencio de quienes saben que Maza Márquez era un aliado de los de Cali, que seguramente facilitó el atentado a Galan para ayudar a sus amigos y poner todo el peso del Estado en contra de sus enemigos.

Henry de Jesús Pérez, el difunto paramilitar que, según descubren ahora, era aliado de Maza Márquez, terminó de enemigo de Pablo Escobar.

Por ahí va la conexión. Perez y el Cartel de Cali siempre trabajaron juntos y el vínculo entre ellos era Maza Márquez. Y Alberto Giraldo era el relacionista de los tres, según mi opinión.