sábado, 5 de abril de 2008

Todo el mundo se lava las manos mientras Ingrid agoniza



La martirizada ex candidata presidencial Inrgid Betancourt muere a la vista de todo el mundo, mientras todos los que serán llamados a responder por no haberla salvado, se lavan las manos.
El presidente Alvaro Uribe, expidió un decreto ofreciendo la liberación de 500 guerrilleros presos a cambio de la libertad de Ingrid y de los otros secuestrados. Y con eso dejó la constancia histórica de que actuó hasta último momento para sacarla con vida del infierno que vivió ella desde el año 2002.
El presidente Nicolás Sarkozy, a su turno, envió una misión humanitaria a Colombia, sin rumbo fijo pero también para dejar el antecedente de que actuó hasta ultimo momento para que volviera con vida.
Las FARC, dirán que hicieron lo suyo y que insistieron hasta último momento en que la única salida era el despeje de Pradera y Florida y la firma de un acuerdo humanitario, para dejar salir a Ingrid.
Y los ciudadanos también nos lavamos las manos porque decimos: fuimos a tres marchas para pedir la libertad de Ingrid pero no nos escucharon y no lo logramos.
Cuando los historiadores escriban este horroroso capitulo de la vida nacional, cuando responsabilicen a quienes tienen que responsabilizar por este hecho, valorarán mejor que nosotros este episodio.
De mi parte, doy como un hecho que el caso Ingrid terminará mal. No doy probabilidades de vida para ella.
Ojalá me equivoque. Ojalá ella pueda salir con vida de su odisea.
Y si sobrevive, seguramente estará lista para asumir muy pronto la presidencia de la República porque habrá demostrado un gran coraje y porque los 6 años y pico de cautiverio le permitieron reflexionar sobre la mejor forma de gobernar este país.
Si perece, las FARC habrán firmado su desaparición.
Y el presidente Uribe habrá sacrificado un ser humano por la defensa de la razón de Estado.
Nos dejará el antecedente, gravísimo, de que una vida humana no vale más que el Estado.
Y así, en esas condiciones, tendremos poco a poco un Estado fuerte pero sin ciudadanos.
Que Dios nos coja confesados antes de que pasen los caballos del apocalipsis por estas tierras.
Que el sacrifico de Ingrid no sea en vano y que el país no vuelva nunca a poner por encima de la vida humana la razón de estado.