miércoles, 4 de julio de 2007

Quiero pegar un grito: No jodan secuestrando más y liberen a todos los secuestrados


Este jueves, Colombia debe ser un mar de solidaridad. Si la manifestación convocada por algunos mandatarios seccionales como el Gobernador de Antioquia y el Alcalde de Medellín, no reune a la mayoría de los colombianos, este país no tiene arreglo y merece la desgracia que tiene encima.
La violencia parece que nos desborda, pero debemos ser pacificamente agresivos contra los factores que nos han llevado al estado en que nos encontramos.
Colombia es un país de maravillas.
Esta no es una frase de cajón. Es de verdad un pedazo de tierra que Dios nos dio para hacernos más llevadero el drama de este valle de lagrimas.
Sin embargo, algunos hemos transgredido las normas elementales de convivencia, tolerancia y buen vivir.
Algunos, encabezados por el presidente Uribe, no dan margen al contrario, a no ser que el contrario les de margen primero a ellos.
No puede ser nadie tan obtuso para creer que las "razones de Estado" son mas poderosas que la vida de un ser humano.
No puede nadie arrogarse el derecho de decir que no despeja un pedazo de esta patria de todos para que vuelvan a la libertad los secuestrados.
No puede nadie condenar a los secuestrados a cadena perpetua, porque el gobierno no les atiende sus absurdas exigencias de pedir un despeje de un vasto territorio para negociar un asunto de tanto interés humanitario que se podría resolver alrededor de una mesa de café en cualquiera de nuestros abandonados pueblos.
No puede nadie, disponer la muerte en vida de los secuestrados, manejando las pruebas de supervivencia como un regalo, una concesión que le hacen a los familiares de las v{ictimas.
No puede nadie, en fin cagarse en 40 millones de ciudadanos que somos los que pedimos que nos dejen vivir en paz. Si no nos dejan vivir sin hambre que por lo menos nos permitan dormir tranquilos.
Cuán grande sería este país si en lugar de odiarnos entre nosotros mismos, permitimos que el contrario haga su propia vida con dignidad para ellos y su familia.
Que los que gana más no sigan ganando tanto y permitan que los que ganan menos puedan ganar un poquito más.
Que los que portan fusiles, sean oficiales o clandestinos, no se crean con el supremo derecho de disponer de nuestras vidas.
Que los que sufren porque están sin empleo puedan conseguir una forma honrada de sustento para ellos y sus familias.
Que nuestros hijos no mueran por causa de la violencia política y que puedan crecer con seguridad, educación y salud y puedan proyectar sus vidas en mejores condiciones que las que tuvimos sus mayores.
Que no sigan los señores de la muerte regando sus macabras mercancias por nuestra tierra.
Que los que exponen odios, no sigan influyendo en los criterios de otros colombianos que los siguen.
Colombia es un país de violentos y de envidiosos y ambos sectores matan más gente que el cáncer.
Y le pido a Dios que no me deje ser como monseñor Pedro Rubiano, que califica de malditos a los guerrilleros pero antes dice que los paramilitares debían ser perdonados como hermanos nuestros que cayeron en pecado y ahora están arrepentidos; o como cuando descalifica moralmente a un ex presidente cuya campaña recibió dineros del narcotráfico y en cambio alaba la honestidad de "Jorge 40" y Salvatore Mancuso, autores de los mas grandes crímenes contra la humanidad.
O como cuando predica contra los narcotraficantes, pero no recuerda que su hermano fue detenido por narcotráfico.
O cuando ataca a los homosexuales, pero tiene una cara de maricón que no se la quita ni él mismo, porque le gusta.
En fin, como dice León Gieco, sólo le pido a Dios que no me deje ser indiferente ante tanta atrocidad, ante tanto hipócritca.
Que no me deje cautivar por los cantos de sirena de Uribe, que dice que me está defendiendo de los malos pero está permitiendo que mueran los buenos.
Que no me deje en manos de unos bandidos como las FARC que dicen defender al pueblo pero lo están destruyendo.
Que no me deje sumido en tanta desgracia y que pueda yo contribuir como un obrero más en la reconstrucción de esta patria para dejársela a mis hijos y a mis nietos como el paraíso que Dios me dio para atravesar este Valle de Lágrimas.-
Ese era el grito que quería pegar!